Tradicionalmente el “jalowin” no ha sido bienvenido a mi casa. Cuestiones religiosas por supuesto, de niña nunca había entendido por que dábamos dulces pero yo no podía ir a pedirlos. Eso nunca me impidió pedir algunos cada vez que se presentaba la ocasión, no era algo que pudiera controlar mi mamá y una vez con dulce en mano no era algo que se atrevía a recriminarme.
Ahora entiendo el por que dábamos pero no podíamos pedir, era cuestión nada más de darle a esos niños una sonrisa jeje. En aquella casa donde vivía había colonias cercanas de no tan cómodas posibilidades económicas para ellos era una fiesta ese día, llegaban con la gritoneria “Queremos halloween” salía mi mamá y les decía a ver hagan una fila y todos en línea esperando su halloween (una paleta uno chicles y un montón de dulces), claro nunca faltaba el listillo que se formaba dos veces y mi mamá le decía algo así como “flaco, pelón, chimuelo, enano…(lo que sea que fuere) mira que canijo a ti ya te di no?”… El flaco o chimuelo, o pelón o enano se reía y mi mama le daba otros dos o tres dulcillos “andele pues, paleta ya no por que ya le di”
Nunca negamos hasta el último dulcesillo, ya por ahí de las 10 de la noche 10:30, el que llegará salía seguramente con más dulces que los demás pero sin paleta, o sin chicles. Y así terminaba un 31 de octubre más.
Cuestiones religiosas de más cuestiones religiosas de menos, la tradición no es para simpatizarnos pero los niños ni se ponen a adorar a ningún “espíritu maligno” ni nada que se le parezca, el niño quiere su halloween… Así que si pueden el día de hoy hagan a más de un niño sonreír… aun que después los dentistas se los agradezcan a ustedes jejeje.
La chica que no logra evitar decir lo que piensa sin medir las consecuencias escucha:
The real Folk blues de
Mai Yamane & Seatbels